Descripción
El cerrar de la puerta de un taxi que quedaba libre en Sta. Fe y Larrea hizo que la viera. La observé pasar a mi lado, pasmado. La mujer promediaba a mí entender los treinta y pocos años. No había en ella ángel, sino más bien el frenesí feroz de mil demonios. Ella, una loba aullando en plena tarde y en aquel campo, en muchas millas yo, el único lobo. Eran las 15:30 hs. y no tenía planes inmediatos. Aquella tarde impensada la adversidad me alcanzaría con sus redes.
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